jueves, 24 de julio de 2008

La Torre Oscura 2 (fragmento)


-¡Mira, Eddie! -gritó ella, y señaló arriba.

Él miró, y vio una sola estrella que resplandecía en el seno de la noche.

-¿No es hermoso?

-Sí -asintió él, y de pronto, sin razón alguna, sus ojos se llenaron de lágrimas. ¿Dónde había estado toda su puta vida? ¿Dónde había estado, qué había hecho, quién había estado con él mientras lo hacía, y por qué se sentía de pronto tan triste, tan lleno de mierda en grado abismal?

Ella tenía el rostro levantado y era terrible en su belleza, irrefutable en esta luz, pero la belleza era desconocida para su poseedora, quien sólo miraba la estrella con los ojos muy abiertos y maravillados, y se reía nuevamente (...)

(...) La mano de ella se extendió, titubeante, y él se la aferró, el delicioso marrón del chocolate liviano de la una, y el delicioso blanco del pecho de una paloma la otra (...)

(...) Se miraron el uno al otro, él vio que también a ella las lágrimas le corría por las mejillas. Volvieron las suyas, él las dejó caer ante la mirada de ella. No era vergüenza, sino un alivio indecible (...)

(...) Más tarde, con extrañas galaxias que giraban sobre sus cabezas en lentas espirales ninguno creyó que el acto de amor hubiera sido alguna vez tan dulce, tan lleno.